Durante siglos, la medicina ha mirado el cuerpo humano como si tuviera una única forma y respuesta posible: la del hombre.
Y aunque las mujeres representamos la mitad de la población mundial, nuestros cuerpos, síntomas y procesos fisiológicos han sido sistemáticamente excluidos de los estudios científicos.
¿El resultado? Una ciencia incompleta.
Una medicina llena de lagunas. Diagnósticos y tratamientos que siguen teniendo más incógnitas de las que deberían.
El caso del infarto: lo que no nos contaron
Seguro que has oído que un dolor en el brazo izquierdo puede ser señal de infarto.
Lo que probablemente no te contaron es que ese síntoma es mucho más común en hombres.
En las mujeres, los síntomas de una cardiopatía isquémica suelen ser muy distintos… y por eso muchas veces se ignoran o se diagnostican tarde.
Algunos de los síntomas que podemos presentar las mujeres ante un infarto:
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Molestias en la espalda, el cuello o la mandíbula.
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Sensación de indigestión o ardor.
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Fatiga extrema e inexplicable.
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Disnea (dificultad para respirar).
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Náuseas o mareos
Ignorar estas diferencias puede costar tiempo… y vidas.
Endometriosis: El dolor que no se quiere escuchar
La endometriosis es otro ejemplo flagrante de cómo la salud femenina ha sido infravalorada.
Afecta a más de 190 millones de mujeres en el mundo (el equivalente a la población entera de Brasil). Aún se desconoce la causa de esta enfermedad y se tarda un promedio de 8 y 10 años en ser diagnosticada. Muchas pacientes deben recorrer múltiples consultas médicas hasta que alguien decide creer que su dolor no es “normal”. La banalización de los dolores menstruales es algo que, muy a nuestro pesar, está a la orden del día.
Y es que se invierte hasta 6 veces más dinero en investigar la disfunción eréctil que en esta enfermedad crónica que afecta a millones de mujeres en edad reproductiva.
El caso Addyi (Flibanserin): El llamado “viagra femenino” que evidenció la brecha científica
Uno de los ejemplos más sonados de los últimos años es el de Flibanserin, más conocido como “la viagra para mujeres”. Su creación fue anunciada como un gran avance en la medicina sexual femenina… pero rápidamente se convirtió en un ejemplo claro de cómo la ciencia puede fallar cuando no se investiga con perspectiva de género.
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En un estudio clave sobre su interacción con el alcohol participaron 23 hombres y solo 2 mujeres.
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Su eficacia clínica fue modesta y sus efectos secundarios no fueron suficientemente valorados antes de su aprobación.
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La FDA acabó imponiendo una advertencia de “Caja Negra”, la más grave que puede recibir un medicamento, por el riesgo de desmayos y bajadas de presión arterial cuando se combina con alcohol.
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Todo esto, en un intento de equilibrar la balanza con respecto al tratamiento de la disfunción eréctil masculina, sin aplicar el mismo nivel de rigurosidad científica.
Este caso no solo dejó en evidencia una investigación deficiente, sino también la urgencia de cambiar cómo y para quién se diseña la ciencia médica.
Como diría la ginecóloga Miriam Al Adib Mendiri:
"No es que las mujeres vivamos a merced de nuestras hormonas, es que no entendemos cómo funcionan".
Las mujeres no somos un misterio. Lo que ha ocurrido es que se nos ha ignorado sistemáticamente y excluido de estudios científicos en medicina para hacer la ciencia "Más fácil".
Como mujeres, debemos ocupar nuestro lugar en el mundo y seguir exigiendo cosas tan básicas como tenernos en cuenta de manera igualitaria en los estudios científicos para poder recibir diagnósticos y tratamientos más acertados.
Queremos dejar de ser un misterio.
Echa un vistazo a estas fuentes:
- Miriam Al Adib Mendiri, ginecóloga: “No es que las mujeres vivamos a merced de nuestras hormonas, es que no entendemos cómo funcionan”, El País.
- Kerstin Noelle Vokinger: “Las nuevas terapias contra el cáncer son probadas para perfiles de pacientes no incluidos en los ensayos clínicos”, El País.
- Cuando la Medicina no es neutral: "El sesgo de género al que se enfrentan las mujeres en la consulta", Newttral.