Cuando TODO es urgente... NADA lo es

Hay días en los que todo parece ser urgente.

Un gotero, una analítica, una vía, un informe, un control… todo para ya. Todo es lo más importante. Nada puede esperar.

Y en medio de ese caos, nosotras: las enfermeras y TCAEs intentando sostenerlo todo con la cabeza haciendo malabares porque las prioridades cambian cada minuto.

Pero... ¿Qué es realmente urgente?

Urgente es una parada cardíaca.

Urgente es una hemorragia activa.

Urgente es un paciente inestable que necesita intervención inmediata.

Urgente no es que un informe no esté impreso. Ni que una analítica tenga que estar en planta en diez minutos porque sí. O que un material se haya pedido tarde y ahora haya prisa. Sin embargo, ahí estamos, tratando de cuadrar tiempos imposibles, cubriendo necesidades reales y otras que se disfrazan de urgentes… porque todo el mundo quiere ser prioridad.

Cuidar también es saber priorizar

Una de las habilidades más importantes del trabajo sanitario es aprender a priorizar. Y eso, aunque no siempre se vea desde fuera, requiere experiencia, juicio clínico y una gestión emocional enorme. Porque no es fácil decir “esto puede esperar” cuando al otro lado hay alguien que exige rapidez sin conocer el contexto global.

No es falta de ganas, es que no se puede estar en tres lugares al mismo tiempo. Es que mientras haces una cosa urgente, estás dejando de hacer otra igual o más importante.

El problema no es solo de percepción. El sistema está sobrecargado, mal dimensionado y muchas veces desorganizado.

Y en medio de esa presión constante, los profesionales sanitarios siguen tratando de mantener la calma, tomar decisiones difíciles y, muchas veces, sacrificar pausas, horas y salud mental.

Lo urgente de verdad hay que saber identificarlo.

Porque si todo lo es, corremos el riesgo de no llegar a lo que realmente importa.