Carta anónima a la falta de empatía

Carta anónima a la falta de empatía

Carta anónima a la falta de empatía

Una reflexión anónima desde el otro lado del mostrador de Urgencias

"Hay situaciones que se repiten en todos los servicios de urgencias del país. Largas esperas, salas abarrotadas, pacientes impacientes... y profesionales sanitarios intentando llegar a todo, con los recursos justos y una presión que se acumula día tras día.

Hace poco se compartía en las redes de @enfermeraenapuros una ilustración que mostraba una escena exagerada —pero no tan lejana de la realidad— donde una mujer "exigía" ser atendida antes que un paciente grave. Una escena que puede parecer cómica a primera vista, pero que esconde una verdad incómoda: 

La falta de empatía hacia quienes están al otro lado, tanto pacientes como profesionales.

Hace ya mucho que se dice que el sistema sanitario en España está pasando uno de sus momentos más delicados: Las urgencias están colapsadas, los recursos, muchas veces, no son suficientes...

y aun así, los profesionales sanitarios siguen ahí,

 haciendo todo lo posible (y muchas veces hasta lo imposible) para sostener este sistema que parece tambalearse. Pero hay algo que no cuesta dinero ni depende de una reforma estructural: La empatía.

Entender que en urgencias no se atiende por orden de llegada, sino por gravedad. Que si alguien entra antes que tú, es porque su situación lo requiere y no porque le caes mal al profesional que te está atendiendo. Que detrás de esa bata o ese uniforme hay una persona que, además de cuidar, carga con la tensión de cada turno, cada decisión y cada mirada que exige sin saber lo que hay detrás."

Este texto anónimo no pretende ser más que un recordatorio de una compañera de la salud. Un recordatorio de que todos necesitamos algo de calma, de sosiego y de humanidad. Y que, a veces, lo más urgente no es que te atiendan rápido, sino entender por qué no lo hacen todavía

Estamos haciendo lo que podemos, lo prometemos.

Porque cuidar también es eso: Es tener paciencia, confiar, y dejar espacio para que quienes están salvando vidas puedan hacerlo. Sin gritos. Sin presiones. Y con el respeto que merece cualquier persona que trabaja para sostener un sistema que lleva demasiado tiempo pidiendo auxilio.


Fdo: Una compi del hospi

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